martes, 2 de diciembre de 2014

XXV Concurso Literario


¡Saludos!

Con motivo de conocer a los grandes artistas literarios que nos rodean, este año hemos decidido convocar el <<XXV concurso literario “El señor de los Dadillos”>>, con el tema “Realidades Alternativas”. Queremos con ello establecer un marco para que la gente plasme sus relatos y premiarles con ello.

Organiza:


 Asociación cultural: “El señor de los Dadillos”

Colabora:


“Investigadores Sociales Universitarios” (BlogFacebook)


¿Por qué el tema escogido?

El tema escogido ha sido propuesto y votado entre varios temas escogidos en la asociación.



Bases del XXV Concurso Literario “El Señor de los Dadillos”
1) Pueden concursar cualquier persona mayor de 18 años.

2) Se presentarán relatos inéditos centrados en el tema “REALIDADES ALTERNATIVAS”.

3) La extensión máxima será de 1500 palabras, con letra Times New Roman a 12, Interlineado a 1,5 y márgenes estándares.

4) Se entregará una copia escrita, que vendrá en el interior de un sobre que se depositará en el buzón de correos de “El Señor de los Dadillos” (Buzón nº 15 se lee ELSD en azul), al lado de conserjería de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM. También se puede enviar con las mismas condiciones a la dirección física:

El Señor de los Dadillos
Buzón 15
Campus de Somosaguas
28223 - POZUELO DE ALARCÓN (MADRID)

5) Para garantizar la imparcialidad del jurado, el sobre donde vaya incluido el relato no podrá tener nada más escrito que “XXV Concurso Literario”; dentro del sobre, un segundo sobre sellado incluirá el título del relato, nombre del autor, el DNI y un email de contacto.

6) Habrá una única categoría de premios, que consistirán en un lote de libros para el ganador. La asociación puede crear una segunda categoría si lo ve necesario. Además la Asociación “Investigadores Sociales Unidos” (ISU) publicará el relato ganador en el siguiente número tras la valoración de los relatos, de su revista “Repensando”

7) Los criterios de evaluación que se tendrán en consideración son: a) que la temática se ajuste a la descrita para el concurso; b) la buena narración; c) lo interesante, original y bien planteado de la historia narrada; d) la expresión correcta y clara, y la ausencia de errores sintácticos y gramáticos.

8) El jurado estará compuesto por un grupo mínimo de tres socios de “El Señor de los Dadillos”, ninguno de los cuales puede participar como autor en el concurso ni conocer los relatos/autores de los mismos de antemano.

9) No se admitirá más de un trabajo por persona.

10) El plazo de inscripción termina el 15 DE FEBRERO DE 2015.


¡Mucha suerte y que gane el mejor!


lunes, 20 de octubre de 2014

Taller de Escritura Creativa: Comenzamos.


Lo primero de todo dar las gracias por la participación en la presentación del taller el día de hoy.

Si quieres participar y no has podido venir hoy, no te preocupes, como bien pusimos en su momento este será un taller online y por lo tanto todo el mundo puede participar. A continuación ponemos las pautas que hay que seguir en el caso de querer formar parte del taller, a partir de hoy mismo.

-Escribir un mail a la dirección de correo electrónico:

tallerescrituraucm@gmail.com

En él debes de incluir, tu nombre, y tu pseudónimo (en el caso que no quieras que tu nombre sea visible).

-Cada dos semanas recibirás un correo dividido en tres partes.

La primera tendrá información útil para escribir y curiosidades.

La segunda tendrá un ejemplo de cómo se tiene que realizar el relato.

La tercera explicará exactamente la tarea a realizar:


  • Los textos no deberán superar las 1000 palabras.


-En un par de días se devolverá el relato corregido.


-Después se publicará el relato en el blog (la versión sin corregir) para que todo el mundo pueda comentarlo.


-Una vez al mes nos reuniremos para ver la evolución y realizar el taller en persona. 

NO es obligatoria la participación del taller en persona (al fin y al cabo es online), pero para todo aquel que pueda ir, resulta un ejercicio interesante.

El día mensual se decidirá entre todos los que puedan y quieran ir.

Cualquier cambio al taller se notificará por correo electrónico o a través del blog.

No es necesaria la participación desde la primera semana pero los ejercicios se complicarán a medida que el taller avance.

Para aquél más constante y con mejor evolución, habrá una pequeña sorpresa al final de curso. (Un pequeño detalle).

Muchas gracias, espero que lo disfrutéis. 



martes, 14 de octubre de 2014

Taller de Escritura Creativa




¿Bloqueo de escritor?

¿No te gusta como termina de quedar lo que haces?

No te preocupes, podemos ayudarte.

Este lunes día 20 de octubre acércate a la Facultad de CC.PP y Sociología de la Complutense en el Campus de Somosaguas a las 16:00 (en el salón de grados de la tercera planta) y entérate de cómo va a ser nuestro taller de Escritura Creativa online.

Si te es imposible asistir estate atento a nuestro blog.

¡Cualquiera puede participar!

domingo, 23 de febrero de 2014

Ganador y finalistas "Leyendas Urbanas en la universidad"


Lo primero de todo agradecer a Delirio librería y comics haber confiado en nosotros y ofrecernos esos maravillosos premios.


Tras muchos días y deliberaciones, ya podemos anunciar un ganador y éste es (redoble de tambores)...

...

Raquel Moreno


Por el relato

Peter




Además de una mención especial para el primer finalista:


Héctor Puente. 

Por su relato




Enhorabuena al ganador y muchísimas gracias gracias a todos por participar. Pero aquí no queda la cosa, la siguiente lista es la de finalistas (por orden alfabético):


¿Estás entre los finalistas? ¿Qué opinas de los relatos de este año? Deja tus comentarios indicando cuáles eran tus preferencias.

 Muchísimas gracias por participar.

Si además os ha gustado estad atentos al blog porque dentro de poco comenzaremos otros concursos.

A continuación podéis leer la obra ganadora.

PETER



Permíteme contarte una historia, una historia basada en hechos reales, protagonizada por un alumno peculiar que en un solo día cambio toda su razón de ser: Peter.

Peter caminaba por la facultad de trabajo social, políticas, sociología  y adornos florales. En el campus abandonado de la mano de dios de Somosaguas. Había pasado mucho tiempo allí y ya no había nada que llamara su atención ni que le hiciera emocionarse. Cuando, irónicamente encontró una llave vintage tirada en el pasillo que daba a la biblioteca.

- Que típico una llave...- (oyente)
- Shhhh, presta atención a la historia- (narrador)

Peter, anonadado y fascinado por aquella llave quiso saber a donde pertenecía. En ella se apreciaban unas letras grabadas, “DINOSAURIOS” , que ofrecían la primera pista para encontrar algo determinado.

Peter pensó detenidamente y exclamo: - ¡las excavaciones del campus!- 

Corrió hacia los gigantescos hoyos que había detrás de la facultad, y disimuladamente, se metió en uno de ellos, como si desapareciera ipso facto. (En realidad resbaló y cayó de lomo).

Cuando se incorporo cogió su herramienta táctica para excavar, su cuchara recién robada del comedor. Cavó y cavó, pero en mitad de su tarea, la cuchara se rompió. Pero no le importó demasiado, ya que tenía un plan B. De su bolsillo derecho del pantalón izquierdo saco una cucharilla blanca de plástico. Y cavó y cavó hasta dar con algo muy duro: una pequeña caja de música con dos cerraduras. Una de ellas coincidía con su llave, pero le faltaba otra.

-Pero hay muchos hoyos excavados, ¿Acertó con el primero que se encontró?- (oyente)
- Sí, calla- (narrador)

En el cofre había dos formas en relieve, una era la forma de la llave que ya tenía, otra parecía un medallón. Peter volvió a pensar, y sus ojos se abrieron como platos, pues había hallado la respuesta: el medallón que le dio su madre. Sacó la reliquia familiar del bolsillo izquierdo del pantalón derecho,  y lo observó como si por fin hubiera entendido el significado de aquel objeto. Dentro del medallón había una inscripción: "Tienes macarrones para comer, te quiere. Mama". Su madre no dejaba de sorprenderle con sus regalos, esa misma tarde le preguntaría por qué le dio aquel extraño objeto, y por qué en general le daba objetos al azar sin ningún sentido; tal vez podría ser el inicio del síndrome de Diógenes; quien sabe...

Puso las dos llaves en sus respectivos lugares, y abrió la cajita. Dentro había varias cosas, como cartas que narraban la historia de amor imposible entre un empleado del Mcdonal y una empleada del burguer king; una barrita de tuosteno;  chicles; preservativos... Lo típico. Pero un objeto muy reluciente se asomaba por el fondo de la caja, una tiza dorada.

Su brillo le parecía familiar, él ya había visto ese color en otro sitio antes... ¡Las pizarras de las aulas del sótano!

Corrió con su cajita musical hacia el sótano, y buscó el aula 505 en lo más profundo de la facultad. En  ese me momento había clase, por lo que tuvo que espera 4 horas a que salieran todos para quedarse totalmente solo. Una vez que salieron todos, Peter, que se había quedado dormido en las sillas del pasillo, entro en la clase, verificando que nadie le había visto entrar, y cerró la puerta tras de si.
Se paró en frente de la pizarra, y agarró con decisión su tiza dorada. Pero simplemente hizo garabatos por toda la pizarra, entre ellos el dibujito de un mini pene, como no.

De pronto se detuvo en seco, la tiza de la pizarra empezó a despegarse de la misma, y a formar una densa nube de brillos dorados. Se reorganizaban y se posaban de nuevo en la pizarra, formado un nuevo dibujo, un mensaje. Peter quedó fascinado con ese maravilloso espectáculo de formas y brillos que se presentaba ante él. Sujetaba la tiza con fuerza, su tiza del destino, su tiza de oro, la tiza de las tizas, la tiza filosofal, la tiza para gobernarlos a todos… De pronto los polvos se asentaron por completo, dejando ver el majestuoso y enriquecido mensaje lleno de conocimiento y fundamento que la tiza albergaba en su interior:

“Escriba su nombre y apellidos:
Apellidos _____________
Nombre______________”

Peter, confuso, siguió las órdenes plasmadas en la pizarra, pero tuvo que borrarlo y empezar de nuevo porque había puesto su nombre en el apartado “apellidos”. Una vez lo consiguió, un pasadizo se abrió ante el a través de la pizarra, y Peter, aún estado un poco asustado, no podía evitar la curiosidad que en si mismo guardaba; por lo que entró con decisión. Avanzó por el pasadizo iluminado por antorchas y dio con una amplia y desordenada habitación con olor a humedad.

- Pero espera, el aula 505 está entre dos clases, entre pared y pared no habrá mas de 30 cm de grosor, ¿como puede haber un pasadizo?- (oyente)
- Oye chaval, o  dejas de sacarle pegas a la historia o llamo a la niña del pozo- (narrador enfadado)
- ... - (silencio del oyente)

En aquella habitación había varios objetos macabros,  como cadenas en la pared, bidones con símbolos radiactivos, varios huesos no humanos (y no parecían de ningún animal corriente), tubos de ensayo, mapas del tesoro, cientos de libros con moho, armarios, etc. Peter ojeó los armarios para ver si había algo de valor, pero todo parecía muy estropeado o sin importancia. Pero de pronto halló algo muy llamativo, una figura de una Geisha de 40 cm de alto con un paquete envuelto entre sus manos. Peter alargo el brazo para coger la pieza, pero pesaba demasiado, así que solo desenvolvió el paquete que parecía estar hecho con seda. Algo cambió dentro de Peter al ver lo que contenía el paquete, se estremeció, pero a la vez se lleno de alegría, de odio, de placer, de pena; pero sobretodo de ambición. Aquel objeto le atraía más que nada en el mundo, no podía separarse de el, y mucho menos dejar que otra persona lo encontrara…

Desde aquel entonces Peter quedó custodiando la habitación, siempre alerta preparado para arremeter con quien quisiera entrar y llevárselo, se lo guardó solo para él. Y  por ello, de vez en cuando, se escuchan crujidos, chasquidos y gritos de ira detrás de la pizarra del aula 505 del sótano; porque allí se encuentra, un ser corrompido y ambicioso, un ser torturado y complacido, por ese misterioso y desconocido objeto. Y te diré otra cosa más, yo sé su historia, yo sé qué le ocurrió, yo sé todo esto porque YO-SOY-PETER.

- Eso es imposible, ¿Cómo vas a ser Peter? ¿Cuántos años llevas aquí? ¿No se supone que Peter se quedaría para siempre con el tesoro?- (oyente confuso)
- Pero yo solo digo…-  (Narrador interrumpido)
- Todo esta mal, ¿Qué clase de historia es esta?- (oyente frustrado)
- Pero… yo… deja que….- (Narrador)
- No, no, no, es la historia más estúpida que he oído nunca, y bla bla bla bla bla – (Oyente con quejas)
- Ok… - (Narrador preocupantemente sereno)
- … - (niña del pozo)


FIN


Raquel Moreno

Luciérnagas al atardecer


Es cierto, el tiempo verdaderamente se detiene. Lo primero que recuerdo es el chirrido punzante de las pastillas de freno al friccionar los discos. Después de eso, flotas, y  te sientes drogada mientras el sabor alcalino de la sangre te inunda los labios.  Pero si algo no se olvida nunca, esas son las luciérnagas. Un zumbido constante te taladra los oídos mientras ellas te flashean y danzan caóticas alrededor de tu cuerpo casi inerte. Azul policía, naranja ambulancia… Jocosas ellas pululan entre la barbarie quebrada y la adrenalina anestesiante.

-Médula seccionada. Lamentamos informarle que su padre no volverá a caminar.- Así, en un segundo, se vuelca un coche y una vida. Ese día juré que jamás olvidaría la cara del cabrón que se llevó las piernas de mi padre. Quién me diría que la suerte macabra le convertiría en mi compañero de los cursos de antropología.

-Su nombre, por favor-, dijo Johannes. Absorta por aquel título reaccioné asustada ante el codazo de Kimi.

– ¡Vamos, vamos! Contesta- dijo ella.

-Alma, mi nombre es Alma De la Garocha-, respondí aturdida sin poder apartar la mirada de aquel cuadernillo: “Antropología de la religión: Ritos funerarios y magia en la escuela Voodoo”. Ese día, mientras la pequeña Kimi farfullaba, conocería al doctor Johannes Strauss. Hierático y de facciones duras -típicas de estirpe germana- mantenía el encanto hipnotizante de aquel que se ha criado en la sureña y embriagadora Nueva Orleans.

Los días transcurrían en el aula al ritmo de viles ánimas y liturgias negras. Mi mente, profundamente obsesionaba, aún no comprendía aquel funesto destino. En cada cruce de miradas con Julio, me convencía de que no existe tortura más cruel que aquel que ha despedazado tu vida ni siquiera recuerde tu cara. ¿La sensación? La rabia paraliza tus nervios y te oprime el pecho. El odio toma las riendas, y entonces, algo cambia en tu vida.

Un martes cualquiera Johannes anunció que tendríamos el placer de asistir a una clase práctica sobre magia lóbrega en Haití. Así, nos introdujo en algunos conceptos básicos de la brujería negra. Entre loas, supersticiones y animismo nos encomendó realizar una muñeca sagrada de protección. Obsesionado con el método, repetimos ad nauseam los procederes rituales estipulados. Diez gramos de tiza blanca, dos cordeles de esparto, una muñeca de trapo, cinco clavos oxidados y un puñado de sal.

-Felicidades, el ritual ha sido completado. Ahora ya disponéis de vuestro propio fetiche mágico- espetó el doctor Strauss.

Asimismo, Johannes nos recordó que de algún modo las palabras rituales pueden llegar a ser cautivadoramente tenebrosas, y ciertamente mauvais dieu lo era. La ceremonia iniciada en clase correspondía a una de las vertientes blancas de la magia voodoo, sin embargo, el doctor Strauss confesó que el verdadero poder descansaba en el mauvais dieu.  -¿Mauvais dieu?, ¿A qué se referiría?, ¿Qué sería aquello?-. Profundamente intrigada, recopilé toda la información disponible en la red referente a aquel rito. Sumergida en un mar fotos en blanco y negro, animales sacrificados, cabello humano y cenizas, entre aquella taumaturgia macabra, encontré una tesis doctoral bajo la autoría del propio Johannes, su nombre: “Mauvais Dieu o el Dios Malvado”.

Si bien en clase practicábamos con tiza, cordeles y muñecas de trapo, el mauvais dieu versaba de alcohol, sangre, huesos calcinados y restos humanos. Sorprendentemente uno de sus usos más habituales eran los ritos de amarre. Con notables ansias de saber, solicité una tutoría en la que buscaría respuestas. Allí, reunidos en su despacho envuelto por una atmósfera de polvo y decadencia, dubitativo, el profesor Johannes finalmente accedió a facilitarme todo aquello que deseaba saber.

-Querida Alma, los ritos de amarre consisten en ligar el espíritu de dos sujetos. Tradicionalmente el del vial y el del contenedor.-

Las dudas asaltaban mi consciencia mientras Johannes proseguía con su exposición.

-Es simple, curiosa Alma, al vincular sus ánimas es posible proceder a la fase de transferencia vital-. En dicha fase el vial de salud, o sacrificado, cedería su vida a cambio de que el contenedor recibiera toda su esencia vital.

-Entre los prosélitos voodoo se llega a hablar de chamanes que jamás envejecen mientras la ciudad marchita y perece. Pero ya se sabe, esto no son más que supercherías.- dijo él, invitándome a abandonar su despacho consumido el tiempo de la reunión.  Atemorizada pero decidida, disipé toda duda, si aquello era cierto mi padre volvería a caminar.

-Vamos Alma, ¿En serio que no quieres un poquito de cerveza?-

-No gracias Kimi, estoy bien- Realmente me hubiera bebido dos barriles de cerveza para apaciguar los nervios, pero aquel día necesitaba estar totalmente sobria. Mientras me libraba de Kimi y los demás, me perdí entre aquel caos de sudor, alcohol, rock y proclamas comunistas trasnochadas.

-Un mini de kalimotxo, por favor.- Le dije a la punki de aquella barra de bebidas en el pasillo.

-Son 4 euros. Precios populares y solidarios.- respondió.

Ocultándome de las miradas extrañas, diluí abundantes pastillas en aquella bebida. Ensimismada, contemplaba como los tranquimazines, que algunas noches arrinconaban las penas de mi padre, ahora se disolvían en aquella mezcla.

Ojeé entre las multitudes hasta que finalmente di con ese bastardo. Allí se encontraba él, Julio apestaba a porros y a licor barato. Jactándose ante las chicas de Contrapoder  y 1º de Mayo sobre sus hazañas sexuales y las legendarias cualidades de su hígado, le ofrecí mi bebida.

-Julio, eres pura charlatanería. Seguro que con este mini no puedes.- dije.  Pero aquel cabrón no dudó un solo segundo en ingerir mi cocktail “viaje a la tranquilidad” de un único trago. Los efectos fueron casi inmediatos, en apenas unos minutos empezó a tambalearse y a aquejarse de fuertes náuseas.

-Está demasiado borracho. Le acompañaré al baño para vomitar y despejarse-. Ninguno de los presentes mostró reparo alguno, estaban demasiado entregados al alcohol y al fervor de la música punk. Sobre mis hombros cargué su inconsciencia y destino. Encerrados en uno de los lavabos rebusqué en mi bolso las herramientas necesarias.

-Una falange, dos dientes y un mechón de pelo.- Trataba de recordar con exactitud las palabras que pronunció Johannes. Nada podía fallar.

Primero fue el dedo índice, tomé con decisión los alicates. Un corte sucio cercenó el hueso astillando la falange, los crujidos arenosos desgarraban la carne. Sentí un asco profundo, pero introduje mis dedos en su boca para continuar con los preparativos. Con movimientos rechinantes conseguí arrancar ambos dientes, pero una de las raíces se partió insertándose entre la carne rosada y los borbotones de sangre y saliva. Dejé a Julio sentado sobre el retrete y tomé un pequeño mechón de pelo. Tenía la mandíbula muy hinchada, pero la hemorragia parecía que había empezado a remitir. Si alguien se lo encontraba, parecería una común pelea de borrachos.

Me apresuré a descender al sótano de la facultad, todo estaba perfectamente dispuesto después de varias semanas de planificación. Allí, en un aula recóndita, se encontraba mi padre postrado en su silla de ruedas, drogado y rodeado por 3 círculos concéntricos de polvo de ladrillo y tiza blanca.

-Debes incinerar la falange, el pelo y los dientes sobre grasa de cerdo. El fuego será avivado con alcohol etílico y la sangre de una gallina sacrificada in situ. El ungüento resultante será derramado al ocaso sobre la cabeza del contenedor-. Alma procedió según lo indicado por el doctor. El fuego aún seguía vivo mientras ella restregaba la mezcla por la cabeza de su padre. El olor a cabello humano y carne calcinada resultada cargante y perturbador.

-Parece que no ha funcionado- dijo ella. Pero en ese ápice de desesperación, su padre abrió los ojos exaltado. Sus pupilas se encontraban totalmente dilatadas. Confuso, hizo un ademán por levantarse. Alma no podía creer lo que contemplaba, su padre, aún como un ciervo recién nacido, se había erguido. Sin más vacilaciones ella corrió hacia él y ambos se fundieron en un enérgico abrazo. En ese momento alguien apareció, pero ella, demasiado exaltada, ni siquiera reparó en que en aquella habitación también contaban con la inestimable presencia del doctor Johannes Strauss.

Agarrada fuertemente a su padre, Alma sintió súbitamente un intenso dolor punzante en el abdomen. Miró hacia abajo y horrorizada descubrió como el brazo de su padre le había atravesado y desgarrado el vientre. El trauma recorrió su nervio espinal como un latigazo eléctrico. Su padre se le acercó al oído y le susurró:

-Pequeña Alma, muchas gracias por el regalo, esta mi forma de agradecértelo-.
Bruscamente, su padre retiró el brazo de las entrañas mientras sus intestinos se descolgaban hacia el exterior. Los fluidos corporales encharcaron el suelo.

-Querido Johannes, qué sitio más extraño has elegido para volver a abrir las puertas del infierno. Y por favor, ¿Es que nadie va a limpiar este estropicio?-.


Tumbada sobre el frío cemento la sangre inundaba sus papilas. Entre lágrimas, hundió su retina en los restos de aquel macabro ritual. Mientras, el chisporroteo incandescente de la grasa al consumirse le hizo contemplar de nuevo las luciérnagas al atardecer.

Héctor Puente 

Diario secreto de la rata Capriles

Bueno, ¡ya estoy aquí! Al fin se ha terminado la mudanza del demonio, y tengo todas mis cosas repartidas en este nidito acogedor que empieza a oler mejor que ninguno. Así es, Diario (tampoco sé muy bien cómo llamarte, de hecho… ¿debería “llamarte”?), he despedido a mi vida anterior con una sonrisa y empieza el resto de mi nueva vida aquí, en la facultad.

Al principio no me lo podía creer, ¿que habían habilitado la facultad de Políticas y Sociología para ratas y cucarachas? No me lo pensé ni un segundo: ¡era la oportunidad perfecta! Dejé atrás los problemas, los olvidé. ¡Había que hacerle espacio a todas las aventuras que me esperaban aquí! Y no me equivocaba, no he tardado en encontrarme con bichos increíbles que me han dado una bienvenida la mar de inesperada.

Al llegar noté que olía todo demasiado a limpio, no terminaba de sentirme cómoda, la verdad. Pero fue saltar un par de pieles de plátano y bordear algún que otro vaso de plástico y me encontré a los bichos más increíbles que he conocido: Al y Sebas. En cuanto me vieron corrieron con sus seis patas a saludarme, pegándome con sus antenitas y empezaron a hacerme preguntas. Que si era nueva, que cómo me llamaba, que si necesitaba ayuda para asentarme, que si tenía novio… Eran encantadores, algo pesados, pero muy muy dicharacheros. Ya te digo, Diario, que me pasé medio día visitando las instalaciones de mi nuevo hogar con ellos. Conocí también a alguna paloma del exterior del edificio, que sobrevolaban ante las puertas sin intención de entrar, y a otras dos cucarachas algo menos contentas de lo que cabría esperar.

- No hay derecho.- decía la más anciana, sosteniendo un papel sobre el que ponía “Visite nuestra facultad, ahora es también lugar para bichos como usted”. Daba pataditas en el suelo mientras deslizaba la mirada del papel a las paredes.- En el folleto decía que estaría hasta arriba de basura… ¡y tan sólo hay cuatro papeles mal tirados!

-Es una vergüenza.- convino la otra cucaracha.

En ese momento Al se adelantó, con paso diligente y una cordial sonrisa en la boca, su seguridad inspiradora dio paso a una voz algo quebrada que no dejaba de ser dulce.

-Paciencia amigas mías, tan sólo es el primer día. Ya veréis como mañana os gustará mucho más. ¡La suciedad no hará más que crecer!

-¿Y cómo sabes tú eso?- las cucarachas alzaron sus antenas, pero seguían pareciendo desconfiadas. En cambio yo ya tenía toda mi fe puesta en las palabras de Al, que soltó una risotada.

- Bueno, digamos.- dijo con tono jocoso.- Digamos que soy muy veterano en esta comunidad.

¡Y ale! La conversación acabó ahí y yo seguí a mis dos acompañantes, más feliz que una lagartija al sol. Me llevaron hasta un rincón bien agradable y dijeron que era un buen lugar en el que asentarse, por lo que descargué mis cosas allí y les di las gracias. Desde entonces he estado acondicionando esto, y creo que lo he dejado monísimo, ¿no crees Diario?

***

Vaya, no tenía ni idea de que hubiera tanta gente en esta facultad. ¡Y tantos grupos! Las asociaciones por la liberación de la cucaracha proliferan por el pasillo, mientras que cada pocas horas hay alguna asamblea mixta de cucarachas y ratas en las que hablan temas como “La suciedad como empoderamiento del colectivo invertebrado”. Aún no logro entender qué significa todo lo que dicen, pero parecen bichos muy formados e interesantes.

En cuanto a mi casa, Al tenía razón, hoy he amanecido con una piel de mandarina sobre mi nido, y algún que otro plato de plástico decorando el suelo de la entrada. ¡Y lo mejor de todo es que tenían aún comida! Lo reconozco, Diario, a ti no te voy a engañar: por las mañanas me levanto con un hambre que no veas. Así que ni pincha ni corta me he servido esas cabezas de gamba y las judías verdes mordisqueadas con un gusto tremendo. ¿Y qué mejor forma de bajar el desayuno que un paseo? Recorrí con energía los pasillos y pude ver a todas mis vecinas atareadas ya en sus labores: algunas cucarachas ponían carteles de diferentes ideologías políticas, grandes y rojos, en los que se podía leer “Juventudes cucarachiles, contamos con tu antena”. Otras pintaban las paredes. Algunas ratas ponían carteles de color fucsia que ni me paré a leer. 
¡Eran tantos!

Tanta actividad me abrumaba y me encantaba a la vez. Eran como hormiguitas gordas y rechonchas todas caminando en el mismo sentido. Qué monas.

Pero claro, iba tan absorta en mis cosas que no me he dado cuenta de que un humano con sus botas inmensas ha pisado mi cola. ¡Qué dolor! ¡Y qué desfachatez! Ni siquiera se ha agachado a disculparse. Tan sólo ha mirado hacia abajo rápidamente y ha seguido andando. Me he indignado de tal manera que he ido corriendo a hablar con Al. Pero cuando me he plantado en su despacho (entre dos cubos de basura) él estaba ocupado con unos papeles y Sebas me ha dicho que tan sólo podía atender urgencias.

-¡Esto es una urgencia!- exclamé.- ¡He sido ultrajada! ¡Han violado mi integridad física!

Pero Sebas se limitó a negar con la cabeza y siguió a lo suyo. ¿Qué está pasando aquí, Diario?

***

Ya está, lo hice. Me he unido a la asociación “Ratas libres contra la opresión del cucarcado” y he empezado a asistir a sus asambleas. Y, lejos de lo que pueda parecer, hay muchas ratas en mi misma situación. No sólo eso, sino que entre todas ofrecemos una alternativa, un cambio. La dirección de esta comunidad debe cambiar, y somos nosotras las que debemos dar el primer paso, morder primero antes de que nos muerdan por detrás. Ahora empiezan a tener sentido conceptos como “autonomía de la rata” o “lucha de alimañas”.
Justo hoy, entre la suciedad siempre creciente que nos da ánimos por continuar nuestra lucha, nos hemos manifestado al ritmo de chillidos y movimientos de colas. Sí, me he pasado la mañana pintando pancartas, pero ha merecido la pena verlas ondear mientras reclamábamos unos derechos que al parecer tan sólo tienen los simpatizantes del régimen cucarachista. Pero entonces han aparecido dos perros enormes que olfateaban entre nuestra basura: no iban a dejar que terminásemos la manifestación. Seguro que Al y Sebas tenían algo que ver con esta represión. Pero no nos importa, la lucha seguirá, y mañana volveremos a unir nuestras fuerzas para levantarnos contra el opresor.

Una cosa está clara: mañana será mi último día en esta comunidad. Se me acaba el contrato de alquiler y no pienso renovarlo. Me quedaría a luchar por mis compañeras, pero me he dado cuenta de que el cucarachismo está presente en toda nuestra sociedad: como una plaga de pequeños insectos oscuros, invaden la conciencia de las alimañas y les dictan un orden de suciedad contra el que alguien tiene que rebelarse. Mañana serán ellas o yo.
***
Han pasado ya tres días desde que empecé este diario, y parece que fue ayer. Estoy agotada, y furiosa. 
¿Por qué sigo escribiendo? Ya no lo hago por mí, sino por todas mis compañeras que seguirán luchando una vez me haya marchado. Dejaré este documento en la facultad para que todas podáis leerlo, y lo esconderé en un lugar donde los agentes del cucarcado no lo puedan encontrar.

Por eso, a las ratas que encuentren este papelillo os digo: ¡ánimo camarratas! Nunca estaréis solas en vuestra lucha. Hoy me habéis demostrado que puedo confiar en vosotras, y que juntas podemos conseguir lo que queramos. La suciedad inmensa que cubría hasta las paredes de la facultad ha permitido que boicoteemos algunas de sus instituciones opresoras como la granja de pulgas, y eso ha supuesto un duro golpe al régimen cucarcal.

Me ha resultado halagador que todas las jóvenes cabecitas de ratas recién llegadas apuntaran hacia mis discursos que, con la voz más potente que pude, chillé en nuestra reivindicación, aunque quiero también ofreceros una advertencia. Tal y como yo me voy, muchas otras os iréis también, pero lo que nunca debéis perder es el ánimo revolucionario que nos ha llevado hasta aquí. La suciedad está creciendo cada vez más, quizá hasta formar un estercolero total, quién sabe. Pero todo acaba, y algún día desaparecerá. Debéis estar preparadas para entonces, afianzar vuestros conocimientos y descubriros a vosotras mismas: crear una identidad colectiva que nos ayudará a combatir el cucarachismo individualista que siempre nos han querido inculcar.

Con estas breves palabras me despido. Desearía que en cada joven corazón ratil que leyera esta nota se encendiera la llama de la rebelión, y desde las alcantarillas de Pozuelo seguiré animando la lucha que ha marcado cuatro días de mi vida. Los cuatro días más maravillosos de mi vida, y en los que he aprendido que la colectividad siempre es más fuerte que la apatía cucarachista.


Hasta siempre, Rata Capriles, ahora expresidenta de “Ratas libres contra la opresión del cucarcado.”

José C. Sancho

Medidas drásticas


¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar para seguir estudiando?

Ése día, Estela llegaba tarde a clase. Había estado trabajando hasta tarde y tenía clase a primera hora, pero su cuerpo había exigido unas cuantas horas más de sueño y había acabado por ceder. Acabó mandando un “whatsapp” a sus compañeros y quedando con ellos en la cafetería de la Facultad de Ciencias de la Información.
Cuando llegó había un extraño y lúgubre ambiente entre ellos que no le gustó nada. Acercó una de las sillas a la mesa y no tardó en preguntar.
-¿Hey, qué pasa?
-Estela, qué hay. –Marina, la chica con la que solía hacer todos sus trabajos en grupo fue la primera en saludarla- Verás, es que a Roberto y a Manuel les han denegado la beca.
-¡No fastidies! ¡Pero Roberto mínimo debería tener una de excelencia!
-Pues ya ves. –El afectado se encogió de hombros- No creo que pueda pagarme este año.
Los padres de Roberto estaban en paro y tenían otros dos hermanos pequeños que mantener. Las posibilidades de pagarse la universidad ahora sin una beca brillaban por su ausencia. Estela sonrió amargamente.
-Sabía que esto pasaría. –dijo- Por eso me puse a buscar trabajo en lugar de solicitar una beca este año. Pero buscar trabajo ahora es un suicidio. Tiene que ser a inicios de verano o en Septiembre si de veras quieres encontrar algo decente.
-Como si ahora hubiese trabajos decentes. –Respondió Manuel socarronamente-
-Pero tíos. Va en serio. Roberto va a tener que dejarlo.
Marina estaba preocupadísima por la situación del chico. Lógico, pensó Estela. Llevaba desde que entraron en la carrera detrás de él y si lo dejaba sería imposible verlo de nuevo. Los cuatro amigos entonces empezaron a discutir maneras de que el chico pudiese costearse los estudios.
-Puedo mirar en mi curro si alguien necesita que le echen una mano. Pero los horarios son el infierno.
-No te preocupes. Si es el caso me las apañaré.
-Puedes tratar de matricularte de menos y ver como tira la cosa.
-No querría hacer eso. Quiero acabar lo antes posible para ayudar a mis padres con lo de mis hermanos.
-Puedes vender un riñón.
-¡MANUEL!
Los otros tres (Especialmente Marina) se giraron a mirar de manera no muy amistosa al chico. Manuel vivía bastante despreocupado del mundo y la vida. No sabían cómo, había logrado conseguir unas becas los años anteriores pero se había dedicado a gastarse el dinero en viajes al extranjero. Alzó las dos manos entre él y sus compañeros nerviosamente y continuó hablando con un tono conciliador.
-¡Hablo en serio! Dicen que en la facultad de medicina hay un profe que vende órganos de alumnos al mercado negro, y reparte los beneficios. “Fifty-fifty”, ya sabéis. Él hace la operación y pone el sitio. Pero el órgano es por lo que pagan. Tu que eres muy sanote seguro que podrías sacar un buen pellizco, Rober.
-¡Venga ya! –Marina dio un golpe en la mesa- ¡No hay manera de que eso sea cierto! Seguro que es algo que un alumno al que haya cateado se ha inventado para que la gente no se fíe.
-Aunque medicina está carísima, ¿sabes? –Estela se quedó algo pensativa- No es un mal negocio. No sé.
-…
-Roberto, ¿No les estarás creyendo, verdad?
Roberto se había quedado en completo silencio después de escuchar a Manuel. Cuando Marina se dirigió a él, dio un respingo como si hubiese pisado una chincheta descalzo.
-¡Oh, claro que no! Es imposible que esas cosas sean ciertas…
La semana siguiente, Roberto no asistió a ninguna clase. Tampoco llegó a contestar a ninguna llamada o mensaje que sus otros tres amigos le mandaron, preocupados porque sus padres no les daban información fiable de donde estaba. Regresó el lunes siguiente, pálido como un muerto y con unas ojeras de espanto. Cuando Estela fue a preguntarle dónde había estado, sonrió y dijo que había encontrado un trabajo de jornada intensiva y había sacado bastante dinero.
-Con esto y con lo que tenía ahorrado, creo que podré pagarme este año.
Por supuesto, todos se alegraron con la noticia. Nadie se merecía más que Roberto acabar su carrera. Pero al final del día, Manuel se acercó a Estela en el metro de regreso a casa para preguntarle en un susurro:
-¿Crees que lo ha hecho…?
-¿Hablas de lo del riñón? Imposible…
-En ese caso, ¿tienes huevos a preguntarle?
Estela no respondió, pero ambos se quedaron observando a su amigo en silencio.
Era hora punta en el metro y ninguno salvo Marina, que volvía en coche, había logrado encontrar espacio para sujetarse a las barras de acero. En un frenazo, Roberto casi se cayó encima una señora, pero logró evitarlo estirándose y logrando apoyar una de sus manos en las puertas automáticas.  Suspiró aliviado y pidió disculpas a la mujer, recolocándose la ropa que se había movido por la fricción con la gente y su reacción brusca. En la siguiente parada se despidió de sus dos amigos y desapareció entre la marabunta de gente.
Ni Estela ni Manuel dijeron nada el resto del trayecto, pero sabían que ambos estaban pensando lo mismo. Cuando Roberto se había estirado para apoyarse en la puerta automática su camiseta se había levantado y un destello había captado su atención.

Era el destello plateado de una grapa quirúrgica.
Constanza Varela